Por Lorena Carreño
Situada al norte de la península ibérica abarcando una gran parte del río Ebro se encuentra la Rioja, su capital es Logroño y la celebración del patrono San Mateo es una de sus principales festividades, pero ésta no es su principal fiesta sino la fiesta de la vendimia el 21 de septiembre. Una conmemoración realmente interesante que data del siglo XII y en donde todos se llenan de regocijo por la pizca de la uva en una tierra marcada por el vino.
Una de sus principales variedades es la Tempranillo y como no serlo si ésta es la cepa más extendida en España con presencia en 28 de las 54 denominaciones de origen. La Rioja se divide en Alta, Baja y Alavesa. En la Rioja Alta se encuentran vinos a base de tempranillo con poco color debido a que es una zona más fresca y húmeda, su graduación alcohólica es de 11 a 12.5º, en la Rioja Alavesa la graduación y pigmentación es un poco más concentrada pero con baja acidez por el alto potasio del suelo, y la Rioja Baja; con sus valles Alfaro, Arnedo y Calahorra ofrecen vinos con influencia climática más mediterránea, sus tintos y rosados son más altos en alcohol volumen.
Esta variedad de suelos le da una tipicidad diferente a la Tempranillo de ahí que surjan a partir de una sola cepa, infinidad de vinos incluyendo aquellos con el distintivo DOCa (Denominación de Origen Controlada) con contraetiqueta numerada para todo tipo de paladares. La producción media anual de Rioja es de 250 millones de litros, predominan en un 85% los tintos dejando el 15% a los blancos y rosados, pero todos se distinguen por su aroma, frescura y composición equilibrada. Las principales uvas que se utilizan en Rioja es desde luego la Tempranillo en 61%, Garnacha Tinta 18%, Mazuelo 3.5% y Graciano en un 1%. En las blancas encontramos la Viura en 15%, Malvasía y Garnacha blanca en porcentajes mínimos menores al 1%.
De acuerdo al Consejo Regular, el vino de Rioja tiene cuatro categorías:
Joven: aquellos caldos que conservan sus características de frescura y afrutado en los dos primeros años.
Crianza: los vinos que en su tercer año han pasado al menos un año en barrica y algunos meses en botella. Para los blancos se requiere un paso por barrica mínimo de 6 meses.
Reserva: son los vinos que se seleccionan cada añada y que por sus buenas características han envejecido durante tres años, uno de ellos de crianza en barrica como mínimo y el resto del periodo en botella. En el caso de los blancos el período de envejecimiento es de 2 años, de los cuales 6 meses debieron estar en barrica.
Gran Reserva: es la selección de vinos de añadas excepcionales, se requiere un mínimo de dos años en barrica y tres en botella para los blancos el período de envejecimiento es de 4 años y con la regla de haber pasado 6 meses como mínimo en barrica.
Los vinos de Rioja ofrecen un conjunto único, son elegantes, finos, originales y con carácter; esta combinación solo es posible gracias a una buena selección de uva, alta acidez, tiempo en barrica y reposo en botella bajo un ambiente idóneo en la cava, es la clave para su longevidad. No por nada tienen su lugar en el mapa vinícola que han sabido ganar por centenares de años, y posicionarse entre los principales vinos españoles.
Lorena Carreño es periodista, especialista en relaciones públicas y sommelier. Sígala en Twitter en @LoreCarreno
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