Rodrigo Llanes La famosa guía de restaurantes y establecimientos Michelin ha entrado en una grave crisis de identidad. Cuando surgió en 1900, ofrecía buenos consejos para disfrutar un placentero viaje por las distintas regiones de Francia y otros países del mundo. A partir de 1920, los automovilistas que recorrían un trayecto específico podían desviarse para sentarse a comer en un lugar extraordinario. La guía era parte de una estrategia comercial que fomentaba el desgaste de las llantas que Michelin fabricaba, pero que asociaba los viajes en auto al placer gastronómico. Desde ese entonces, los turistas nos antojábamos de la comida de sus restaurantes y los chefs anhelábamos aquellos calificados con tres estrellas, pues sabíamos que se trataba de templos del buen comer donde un esmerado artista culinario preparaba platillos y transformaba recetas para crear un discurso culinario sorpresivo y estimulante, envuelto en una atmósfera…
30 de noviembre en Barcelona y 2 de diciembre en Madrid, fueron las fechas en las que se llevó el IV Salón de las Estrellas de la Guía Peñín, un evento que reunió a 76 bodegas en Barcelona con 360 vinos, y 151 bodegas en Madrid con 600 vinos. En ambas ciudades se convocaron más de 2.000 profesionales del sector del vino, entre prensa, sommeliers, importadores, distribuidores, restaurantes, hoteles, etc., a los que va dirigido fundamentalmente este evento. Entre las novedades de este año, Guía Peñín apostó de forma especial por los vinos ecológicos, que tuvieron una presencia destacada dentro del evento. En este 2015 el Salón de las Estrellas contó con un espacio gastronómico en el que los asistentes pudieron degustar el Jamón de Teruel considerado el mejor jamón serrano del mundo procedente de cerdo blanco y los quesos de Quesería la Antigua (Zamora)…