*Por Lorena Carreño
Se sirve a una temperatura entre 4 y 6 grados para que no pierda su aroma y sus burbujas, se puede combinar con mariscos, pastas, o una tarta de queso con frambuesas y ricotta, o con chocolate crujiente con pistachos y cerezas glaseadas. Es muy versátil a la hora de acompañarlo. Su armonía perfecta es con caviar y a muy pocos seduce con aves. Sí, estoy hablando del Champagne, considerado el rey de los espumosos. Un caldo complejo y agradable con un luminoso color y un gran bouquet, las montañas de Reims son su custodio, donde su suelo, su clima y las mezclas de distintas cosechas lo hacen posible.
Es el vino producido como consecuencia de una segunda fermentación en botella, lo que le permite adquirir las burbujas en forma natural, su nombre lo toma de la región francesa en la cual se produce y es el único en el planeta para ser llamado así. Representa una de las primeras denominaciones de la industria vinícola del mundo y es el vino por excelencia para la festividad.
Cuando hablamos del Champagne encontramos dos tipos, el blanco y el rosado. Por su año de producción se distinguen también dos alternativas: el Cuvée, compuesto de varias añadas y el Vintage, elaborado con la cosecha de un solo año. Por el nivel de dulzor podemos clasificarlo de acuerdo a la cantidad de azúcar residual por litro y las categorías son: totalmente seco -Brut o Nature-, seco –Extra Dry o Extra Sec-, medianamente seco –Sec-, un poco dulce –Demi Sec-, dulce –Doux- por lo que hay para todos los paladares. En lo referente a su elaboración digamos que incluye al cepaje noble Chardonnay y a las tintas Pinor Meunier y Pinor Noir; estas últimas vinificadas de la misma manera como si fueran blancas, sin la extracción de coloración de la piel. Un Champagne elaborado solo de Chardonnay sería un Blanc de Blancs, uno de los más exquisitos y probablemente de los más caros es el que se procesa en un solo viñedo Premier Cru en Le Mesnil_Sur-Oger, pero aquel que se elabora solo con la Pinot Noir será Blanc de Noir usando una especial presión rápida.
Ya sea Champagne, Prosecco, Cava o Crémant estos vinos conforman la tradición espumosa asociada a las celebraciones y es habitual descorchar una botella de gran formato –Magnum o Jeroboam- para la entrega de trofeos en las carreras de coches o motos, y por que no, para estrellarla contra el casco de un barco.
El Prosecco se realiza a partir de la uva del mismo nombre, es delgado espumoso y seco, con buena acidez y un sabor levemente cremoso, bajo en graduación alcohólica, fresco y aromático; esta versión italiana se conoce como espumante. El Cava es la tradición española catalana extraído con las variedades de uva Macabeo, Xare-lo y Parellada cepas que le dan una personalidad muy marcada y acidez suave. Y el Crémant es el estilo francés menos conocido, elaborado a partir de Pinot Blanc, Pinot Gris, Pinot Noir, Riesling o Chardonnay. Sus zonas de producción son el Valle de Loira, Borgoña, Burdeos y Alsacia, su estilo es más rústico que el Champagne pero cada vez con más seguidores.
Pero no necesita ganar un torneo o comprarse un yate para descorchar una botella, en estas fiestas ábrala, compártala y disfrútela. Viva la experiencia del vino, ¡Salud!
*Lorena Carreño es periodista, especialista en RP y sommelier puede contactarla vía mail en lorecarreno@gmail.com o seguirla en twitter @lorecarreno