*Por Lorena Carreño
Se desconoce si las primeras vides llegaron de Perú, México o España, pero sin duda fue la Serena, una región de Chile donde hoy se produce Pisco, la primera en producir vino en ese país. Los varietales primogénitos fueron la uva Misión -una uva proveniente de la Nueva España-, la Moscatel, Torontel, Vidura y Albilho y es hasta principios del siglo XIX cuando llegan la mayor cantidad de vitis vinífera.
Condicionados por sus fronteras naturales como el Océano Pacífico, el Desierto de Atacama, la Patagonia y los Andes, los plantíos de vitis vinífera se mantuvieron alejados de la Filoxera y esto permitió lograr y preservar el cultivo de la vid pero siempre en plantaciones reguladas, es decir, en las mismas parcelas. Es hasta 1974 cuando se levanta la prohibición de plantar nuevos viñedos y desde entonces se ha invertido en nuevas plantaciones con variedades de reconocida calidad y se ha elaborado vino según los estándares internacionales.
Las miles de hectáreas de superficie vinícola en Chile, se sitúan entre los paralelos 27º y 39º de latitud sur. Los valles de Aconcagua y Casablanca son dos regiones importantes al norte de Santiago, aunque la mayoría de los vinos de alta calidad tienen su origen en el Valle Central al Sur de la Capital. Esta zona se compone de una serie de valles transversales como Maipo, Rapel, Curicó y Maule, por los cuales fluyen los ríos desde las faldas de los Andes hasta el Océano Pacífico.
Casi toda la región del sur, con los valles Itata y Biobío, tiene un clima mediterráneo con veranos muy calurosos, humedad baja y lluvias en invierno. Por lo que las vides crecen en terrenos llanos y fértiles en suelos anegados, calizos, arcillosos y hasta en el fango.
Hoy las variedades más importantes para el vino tinto de alta calidad es la Cabernet Sauvignon, la Merlot, la Cabernet Franc y la Malbec, recientemente redescubrieron la Carménere una variedad antigua de Burdeos que supo adaptarse al clima y al terreno de Chile. Primero señalada por Claude Valat hace 10 años como Cabernet Franc y en 1994 rebautizada como Carménere por el profesor Jean-Michel Boursiquot ampelógrafo del ENSA de Montpellier e invitado al Congreso Latinoamericano de Viticultura y Enología organizado por la Asociación Nacional de Ingenieros Agrónomos Enólogos de Chile. La cepa es una variedad vigorosa, se ha convertido ahora en el estandarte chileno y dicho por viticultores “trabajan para recuperar esa variedad y devolverla al mundo”, pues se pensaba extinguida.
Dado su alto potencial de acumulación de azúcares, produce vinos alcohólicos, de color rojo violáceo muy intenso, un vino a base de Carménere es un vino de cuerpo medio que debe beberse joven, en nariz presenta aromas con notas verdes y frutilla madura, en boca ofrece notas de chocolate, fruta roja, bayas y especias, con alto contenido de taninos, generalmente amigables, suaves y redondos.
No sigo, dan ganas de descorcharlo….en síntesis la Carménere es un cepaje poco extendido del Medoc Francés, que da un vino extraordinariamente potente, aterciopelado y de gran color. Recibe otros nombres como Cabernella, Bouton Blanc, Grande Vidure, Grand Camernet, Carbouet, Cabernet Carmenere y Karmene pero la cepa es la misma.
Lorena Carreño es periodista, especialista en relaciones públicas y sommelier. Puede contactarla en lcarreno@laexperienciadelvino.com.mx o seguirla en Twitter en @LoreCarreno