*Por Lorena Carreño
La Responsabilidad Social Corporativa (RSC) es la forma de conciliar esas necesidades de la sociedad actual con las necesidades de la sociedad futura, un concepto que toma cada vez más fuerza.
Empresas de todos los giros voltean cada vez más y por más tiempo, hacia los programas y acciones que ante los ojos de sus stakeholders los deje bien parados como ciudadanos corporativos socialmente responsables, las vinícolas no son la excepción. Más allá de desgastar el concepto de “empresas verdes” por pura mercadotecnia social de moda, quienes han decidido abordar estas estrategias empresariales deben autoevaluarse y contribuir de manera activa y voluntaria, -conforme a sus valores-, al mejoramiento social, económico y ambiental contribuyendo a renovar la comunidad.
La industria vinícola Chilena ha entendido la sustentabilidad como la convergencia de la producción amigable con el medio ambiente, socialmente equitativa y viable desde el punto de vista económico. El programa incluye el establecimiento de un Código Nacional de Sustentabilidad, acompañado del desarrollo de proyectos específicos para profundizar en las áreas más relevantes.
Este Código, es el proyecto por el cual se establece una herramienta de medición de las distintas prácticas en términos de sustentabilidad a lo largo de la cadena de
valor del vino; no partió de cero sino que se basó en el trabajo realizado entre la Universidad de Talca en conjunto con Viñas Errazuriz-Caliterra y Viñas de Colchagua. El documento también establece los parámetros en las distintas áreas de la cadena de valor del vino en busca de prácticas más sustentables. Actualmente son 29 viñas certificadas por el Código Nacional de Sustentabilidad de la Industria Vinícloa Chilena. ¿De qué se trata realmente? De que todos los proceso que integran la cadena de valor estén relacionados con la certificación e implementación de prácticas sustentables: incluyendo el viñedo; la bodega; la comercialización y proveedores; así como a trabajadores, comunidad y entorno.
No se puede pensar en RSC si no se tiene investigación, objetivos claros, líneas de acción, monitoreo constante y medición. Todo está interconectado con los objetivos de negocio, los intereses del consumidor y los intereses de la comunidad, al final del día se habla de Reputación Corporativa y por consecuencia de la lealtad a la marca.
Aún cuando este tipo de programas sea inherente a la organización, se ha convertido en una nueva forma de gestión y de hacer negocios. Debe observarse como una visión empresarial que integra el respeto por las personas, los valores éticos, la comunidad y el medioambiente con la misma misión de la empresa, independientemente de los productos o servicios que ésta ofrece, del sector al que pertenece, de su tamaño o nacionalidad.
La RSC significa devolver algo a la comunidad, en el caso que nos ocupa a dado lugar a una nueva línea de productos que son los vinos orgánicos, elaborados a partir de uvas orgánicas cosechadas a mano, provenientes de viñedos separados, libres de cualquier pesticida, herbicida o fertilizante sintético. Además, en el proceso mismo de vinificación, solo se emplean levaduras seleccionadas, proteínas naturales y dióxido de azufre. Aunque este último en proporciones que están restringidas y normadas por los entes certificadores
En esta cruzada verde, se debe pensar de manera integral, maximizando recursos y adoptando nuevas tecnologías -siempre amigables con el ambiente- pues la tendencia es que los consumidores conocen a las empresas que apoya a causas sociales y opinan en un 38% -de acuerdo al estudio elaborado en México por agencias de Responsabilidad Social- que son buenas empresas, el 26% que son organizaciones comprometidas con la sociedad, muy por encina del 11% que afirma que lo hacen solo por incrementar ventas.
Lorena Carreño es periodista, especialista en relaciones públicas y sommelier profesional. Puede contactarla en lorena@laexperienciadelvino.com sígala en Twitter en @LoreCarreno