Javier A. Fernández Desde que la Unión Soviética lanzara al espacio el primer satélite artificial de la Historia, el Sputnik 1 en 1957, estos aparatos han permitido al hombre predecir el clima con mayor precisión, retransmitir imágenes en directo a grandes distancias, observar los confines del universo visible, y también elaborar mejor vino. Miles de estos dispositivos de captación y transmisión de señales llevan 30 años dando vueltas a la Tierra con la misión de vigilar que los racimos de uvas crezcan lozanos. Así los productores de vino pueden monitorizar el crecimiento de sus viñas y tomar decisiones sobre sus cosechas sin necesidad de estar junto a ellas. Ese es el caso de la bodega Conde de Villaseñor que desde Monterrey (México) monitoriza sus campos de cultivo en La Rioja. “[Esta tecnología] nos permite, a través de las fotografías que recibimos gracias a los…