La Nación / GDA Después de completar el santoral femenino y de agotar el diccionario huarpe/español, las bodegas argentinas están apostando a nombres cada vez más audaces e insólitos para bautizar a sus nuevos vinos. Ya no resulta tan extraño encontrar en una vinoteca porteña un malbec JiJiJi (en honor al clásico de Los Redondos), un espumante Sanpután, un tinto Biolento (así, con b) o un semillón sin filtrar —lo que le da un tono amarillo verdoso— llamado Hulk. El vale todo que vive la industria también permite cruzarse con etiquetas extrañas, como la torta de chocolate que figura en la botella de los vinos mendocinos Layer Cake o un dibujo con la cara de Einstein, que ilustra las partidas de los varietales Piantao, Piantao. La moda que impuso en el negocio de la ropa Como quieres que te quiera —es decir, elegir una…