Tras un largo periodo de letargo, unas tres décadas en estado de coma, el vino de Jerez, esa antigua bebida oriunda del extremo sur de España, ha resucitado y con nuevos bríos. Está sucediendo en este lustro, de la mano de una nueva generación de enólogos, bodegas, chefs picudos y bares especializados. Y es que el valor de las exportaciones de finos y olorosos “sherry” – como llaman los británicos a este vino, cuya etimología remite al vocablo árabe “Sherish”–, están repuntando a nivel nivel global, como lo muestran las últimas estadísticas dadas a conocer por el Instituto de Comercio Exterior de España (ICEX). Porque la resurrección que viven los fortificados de lo que se llama el “triángulo” o “Marco del Jerez”, que abarca las tierras de Jerez, Sanlúcar de Barrameda y el Puerto de Santa María (provincias de Cádiz y Sevilla), es cuestión…