El término lo acuñó Carlo Petrini en 1986 en Italia, para poco después asignarse a un movimiento internacional que se contrapone a la estandarización del gusto en la gastronomía y promueve la difusión de una nueva filosofía para combinar conocimientos y placer. En 2004, la FAO reconoció oficialmente al Slow Food como una organización sin ánimo de lucro e inició una relación de colaboración con ella. Desde ese momento el fenómeno Slow Food ha crecido hasta superar los 100.000 asociados en más de 160 países y sus objetivos se siguen ampliando más allá del simple disfrute de la comida. Desde el principio los dirigentes de este movimiento han querido ir un paso más allá e implicarse en acciones de responsabilidad social y concientización, y han promovido el consumo de alimentos orgánicos. Sus esfuerzos van hacia la defensa de la biodiversidad, un consumo sostenible y…