JAVIER SÁNCHEZ CASTRO
No hay grandes diferencias, pero sí matices relevantes. Hasta los expertos los confunden. Por ejemplo, para emborracharse menos…
En España, cuando se habla de tintos, dos Denominaciones de Origen (DO) se llevan el gato al agua. Una es Rioja, tradicionalmente la número uno. Y la otra, que se ha afianzado desde hace unos cuantos años, Ribera del Duero. Partidarios de una y de otra conforman dos bandos, en ocasiones, irreconciliables. Pero, ¿hay razón para este fanatismo? ¿tan diferentes son? Para saber realmente que hay dentro de una copa de uno u otro, hablamos con Luis Ángel García, sumiller de la tienda de vinos Vinopremier, de Madrid, donde se organizan catas comparativas de ambas denominaciones en las que enseñan, sorprenden y engañan al público entre trago y trago. “Ojo con los que dicen que son de Ribera o los que solo toman Rioja porque, cuando ya no son jóvenes y empiezan a ser crianza, ambos vinos comienzan a parecerse mucho. Y en más de una ocasión auténticos expertos confundimos uno con otro”.
Lo primero que hay que dejar claro, continúa el sumiller, “es que ambos mantienen muchas características en común, ya que comparten la misma uva, la tempranillo”. Solo este argumento desmonta ya en buena parte la distinción entre riojistas y riberistas. Otra coincidencia son los suelos arcillosos y calcáreos, similares en ambas DO. Entonces, ¿en qué se diferencian? “En el clima”, responde García. “En la zona de la Ribera del Duero es mediterráneo, con temperaturas extremas: mucho frío en invierno y mucho calor en verano. Y en La Rioja es más suave. De ahí provienen casi todas las diferencias”. A continuación, las ocho más evidentes.
Potencia en boca. Los vinos Ribera son más potentes que los Rioja. ¿Por qué? “Al crecer en un clima más extremo la uva de la Ribera del Duero posee más taninos, lo que acaba desembocando en vinos más potentes, con una mayor estructura en boca”. La frase “este vino me llena la boca” se puede aplicar a los vinos de Ribera del Duero, según el sumiller Luis Ángel García.
Alcohol y grados. Los Ribera tienen más grados. “Debido a las oscilaciones térmicas, la uva tempranillo de Ribera tarda más en madurar y cuando lo hace siempre es con un mayor grado de azúcar, que en el proceso de fermentación se transforma en alcohol. Eso quiere decir que entre los caldos jóvenes de Ribera y los de Rioja puede llegar a haber un grado alcohólico de diferencia. Y al beberlo se percibe que es un vino más alcohólico”.
– Textura. Los Ribera son más astringentes. Definamos primero la astringencia: esa rugosidad y sequedad que notamos en la boca y la garganta al beber un vino. “La mayor astringencia viene dada, de nuevo, por la mayor concentración de taninos que provoca un clima como el de la zona de Ribera”, según el sumiller.
– Aroma. Si al acercar el vino a la nariz percibimos un olor o un recuerdo a frutos rojos es Rioja; si ese olor nos recuerda más a fruta madura es Ribera. “Al beberlo eso se traducirá en mayor frescura en el caso de los Rioja, mientras que los Ribera resultarán más golosos. Es la diferencia, para entendernos, entre comer una frambuesa que aún está un poco verde y una que está totalmente madura”. Los Ribera, además, dicen que huelen a yogur. “Aunque los suelos son muy parecidos hay mayor concentración de calcio en los de Ribera. Esto lleva a que, cuando se produce la fermentación maloláctica en el proceso de vinificación, los Ribera del Duero acaban teniendo esas notas a yogur que percibimos al catarlo. Los Rioja no tienen esos toques lácteos tan marcados y por eso son más ácidos, lo que hace que entren mejor”.
– Maridaje. “El maridaje se basa en equilibrar la potencia del plato con la del vino. En este caso, aunque las dos DO van en la misma línea y acompañan a la perfección carnes, un Rioja también puede encajar con pescados por su acidez, aunque estos tendrían que ser grasos para que la combinación fuese perfecta”, opina García.
– Color. Los Ribera son más intensos. Los responsables del color en el vino son unos compuestos fenólicos llamados antocianos. Es, de nuevo, el clima de la DO de Ribera el que provoca que haya más en la uva que crece en esos parajes y, por tanto, produzca un vino con más capa de color. “El resultado es que podemos ver a través de una copa de Rioja, mientras que en el caso de los Ribera resulta más difícil”.
– Añada. En el caso de los Ribera se toman, sobre todo, los caldos jóvenes. De Rioja, en cambio, los que tienen barrica. Tiene que ver con la forma de trabajar tradicional de las distintas bodegas. “En Rioja siempre se han promocionado más los vinos crianza o reserva, mientras que los de Ribera se suelen identificar con tintos más jóvenes”.
OTRAS DENOMINACIONES AL ALZA
– Bierzo. Sin duda, la de moda. “Su uva mencía da tintos con mucha potencia, color intenso, textura aterciopelada, aromas a flores y frutas y una buena acidez”.
– Alicante. García asegura que muchos de los tintos más interesantes hoy salen de esta DO. La uva principal es la monastrell .“Tienen cuerpo, color rojo intenso y con aromas frutales, ideales para divertirse bebiendo”.
– Madrid. Sus variedades preferentes son tempranillo, garnacha y albillo, que complica establecer un patrón. Tienen en común: “No son muy aromáticos y sí mucho cuerpo. Merece la pena descubrirlos”.
– Rueda. De uva verdejo, “sus vinos llenan la boca, de acidez marcada, notas blancas y herbáceas y excelente relación calidad-precio”.
– Rías Baixas. Con uva albariño. “Son vinos con una explosión de aromas frutales, florales… Y pueden envejecer en barrica manteniendo toda su potencia”.