Tras un largo periodo de letargo, unas tres décadas en estado de coma, el vino de Jerez, esa antigua bebida oriunda del extremo sur de España, ha resucitado y con nuevos bríos. Está sucediendo en este lustro, de la mano de una nueva generación de enólogos, bodegas, chefs picudos y bares especializados.
Y es que el valor de las exportaciones de finos y olorosos “sherry” – como llaman los británicos a este vino, cuya etimología remite al vocablo árabe “Sherish”–, están repuntando a nivel nivel global, como lo muestran las últimas estadísticas dadas a conocer por el Instituto de Comercio Exterior de España (ICEX).
Porque la resurrección que viven los fortificados de lo que se llama el “triángulo” o “Marco del Jerez”, que abarca las tierras de Jerez, Sanlúcar de Barrameda y el Puerto de Santa María (provincias de Cádiz y Sevilla), es cuestión de calidad, no de cantidad.
Según el informe del ICEX, en 2015 hubo una disminución de casi 3 por ciento en el volumen de sus exportaciones con respecto al 2014; sin embargo, la apuesta de las bodegas que integran las denominaciones de Jerez y Sanlúcar de Barrameda es por mejores vinos y añejamientos más sofisticados. De ahí que las ventas hayan alcanzado los 65.7 millones de euros, 4 por ciento más (equivalente a 1 millón de euros) que el año anterior.
Su precio promedio pasó, en consecuencia, de 3.11 a 3.23 euros por litro. El aumento puede parecer insignificante, pero si se contrasta con el desempeño del conjunto de los vinos españoles, que perdieron un 3 por ciento en valor en relación al 2014, la cifra marca ya una tendencia: los vinos de Jerez han tenido un crecimiento acumulado del 11 por ciento en los últimos 5 años.
Los países que más “sherry” demandan en el mundo son, en orden descendente: Reino Unido, su mercado tradicional, seguido de Holanda, Alemania, EE UU, Bélgica, Francia, Canadá, Suecia, Irlanda y Japón.
Otra buena noticia para las casi 50 bodegas que hoy día integran la denominación –durante las décadas de 1960 y 1970 llegaron a existir más de 350– es que el consumo interno también repuntó por primera vez en 30 años. Levemente, pero subió: pasó de 11 343 millones de litros en 2014 a 11 522, es decir, un aumento del 1.5 por ciento.
Se trata pues de un renacimiento que los especialistas atribuyen a factores como la reivindicación de la tierra y el viñedo por parte de los productores, la recuperación de técnicas de vinificación en vías de desaparición y el rescate al que han procedido restaurantes de alta cocina como el Aponte del chef Ángel León o sommeliers de la talla de Josep Roca, del multipremiado Celler de Can Roca.
Igual de importante ha sido el auge de los llamados tabancos (antiguos tabernas de jerez donde éste es servido de la “bota”, como se le dice en Andalucía a la barrica) y los “sherry bars” de grandes ciudades del mundo como Londres, Nueva York y Tokio, capitales protagonistas de la nueva moda.
Así todo apunta a que el jerez, esa bebida a la que Shakeaspeare dedicó inspirados versos y que durante siglos alegró los paladares de la aristocracia británica y los zares rusos, comienza a vivir una nueva época dorada.
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