La Malbec es para Argentina algo más que una simple variedad vínica. Como la Sangiovese en la Toscana o la Tempranillo en Rioja, se trata de su cepa insignia, algo así como la expresión del ser nacional en versión uva.
No sorprende, en consecuencia, el revuelo causado por un artículo que publicó el periódico español El Mundo, donde afirma que en el sur de Chile, en la localidad de San Rosendo, región de Bío-Bío, 520 kilómetros al sur de Santiago de Chile, se encontraron los primeros ejemplares americanos prefiloxéricos de esa cepa, genéticamente puros, a pie franco.
Hace siglo y medio el Viejo Mundo atravesó por una de las peores catástrofes agrícolas de la historia, cuando el pequeño y voraz insecto de la filoxera (Dactylosphaeravitifoliae), arrasó con prácticamente la totalidad de sus viñedos. La plaga obligó a los viticultores a reconstruirlos injertando las cepas sobre raíces resistentes al mortífero invasor, procedentes –como el insecto mismo– de América.
Las plantas sobrevivientes aportaron el material genético. De hecho su tierra natal, Cahors, en el sudoeste francés (donde se le denomina côt) sólo tiene cepas injertadas. Enólogos de Argentina reaccionaron rápidamente al descubrimiento refutando su carácter adánico.
Al parecer, el cambio climático tuvo algo que ver con el hallazgo, pues el incremento en las temperaturas abrió nuevos espacios para la viticultura en regiones como el Bío-Bío, Maule y Patagonia, en el sur de Chile, donde los productores se toparon con la vieja Malbec de San Rosendo, en total 7 hectáreas. Allí convive desde el siglo XIX con otras variedades como Cabernet Franc y Cabernet Sauvignon.
Las plantas fueron llevadas a mediados del siglo XIX a Chile –uno de los pocos países en los que no prosperó la filoxera– por el profesor bordelés Michel Aimé Pouget, quien también fue el responsable de introducirlas en la Argentina, donde la Malbec se halló más a gusto que en ninguna otra parte.
Uno de los enólogos más destacados de Mendoza, Roberto de la Mota, de la bodega Mendel y miembro de la Academia Internacional del Vino, hizo llegar al periódico El Mundo una nota donde desmiente el carácter que le da al descubrimiento. Argumenta que las Malbec argentinas son igualmente puras y sincrónicas porque, precisamente, fueron introducidas por el mismo personaje, Pouget, con la particularidad de que en Mendoza, las cepas proliferaron en pie franco hasta ocupar rápidamente 45 000 hectáreas.
De La Mota cita además la investigación de Jean-Michel Boursiquot, profesor de Ampelografía en la École Nationale Superieure de Montpellier, quien luego de una investigación en profundidad abona en la posición argentina, pues encontró que su Malbec pertenece al “mismo cepaje original” de la côt francesa.
La argumentación de De La Mota, hecha con el tono mesurado que suele darse en las controversias del medio científico, es contundente. Entretanto la enredada sintaxis del comunicado que emitió Vinos de Argentina refutando que el viñedo de San Rosendo sea “uno de los únicos viñedos” (sic) de Malbec genéticamente puros, tiene un cierto aire de parte de guerra.
Fuente: Portal Catadores, http://catadores.com.mx/content/no-se-metan-con-mi-malbec