Lucía Centoira
Hace siglos viajar era una auténtica aventura. Durante la Edad Media, Marco Polo empleó un año entero en su travesía marítima desde Venecia hastaChina; por tierra, llegar de un país a otro suponía un incómodo viaje de casi 15 días. Por aquél entonces se viajaba con la casa a cuestas porque los recorridos eran prolongados; ahora viajamos con la casa a cuestas porque el transporte nos ha vuelto demasiado cómodos. Durante este año han sido más de mil millones los turistas internacionales que han visitado otros países, según el barómetro OMT de Turismo Mundial. El avión es el medio predilecto para que tú y tus kilos de equipaje deis la vuelta al mundo, y aunque para volar quizás deberás deshacerte del champú de más de 100 ml, siempre podrán acompañarte tus botellas de vino. ¿Cómo? Esta maleta deRimowa es el sueño de todo viajante sibarita, ese al que llevar medio vestidor como equipaje no le impide cargar con un macuto extra repleto de botellas de gran reserva. Tiene capacidad para seis botellas, accesorios como un sacacorchos y vasos de cristal. Las ingentes cantidades de gomaespuma que acolchan su interior te harán respirar tranquilo: la posibilidad de que algo se rompa es reducida.La hipermovilidad es un hecho: según John Adams, profesor de la University College London, en 1950 un ciudadano medio viajaba alrededor de 8 kilómetros diarios, mientras que para 2025 se prevé que esta cifra alcanzará los 45. El desarrollo de los transportes, y más en concreto el del avión, nos ha convertido en perpetuos viajeros. Para Adams, si unimos esto al creciente consumismo obtendremos la respuesta a por qué viajamos con la casa a cuestas. O en este caso con seis botellas de vino, que falta le habrían hecho al pobre Marco Polo.