por Lorena Carreño
Si hablamos de sabores untousos, con mucho vigor, con un buen grado de alcohol y con colores púrpuras o rojos oscuros e intensos, sin duda nos referimos a la Syrah, la tercera uva tinta en importancia después de la Cabernet Sauvignon y la Pinot Noir. A esta variedad clásica francesa esparcida por todo el mundo dedicaremos esta entrega.
Se preguntará por qué a veces las etiquetas dicen Syrah y otras Shiraz, en realidad es la misma uva, ni más ni menos. En Australia la conocen como Shiraz, y se promociona con un sabor un tanto picante; en Francia ha crecido y se le conoce como Syrah y es la responsable de algunos audaces vinos rojos del Valle del Ródano; en Brasil la llaman Petite Syrah y en otras latitudes Sirac, pero es la misma.
Sudáfrica es un país que adoptó el uso de la nomenclatura dual para Syrah/Shiraz, pero parece que podría estar alejándose de la asociación con Shiraz, algo que por supuesto es una lástima ya que Sudáfrica no debe agruparse con otros productores del hemisferio sur de Syrah, que tienen su propio estilo que se destacan los suelos únicos y temporada de crecimiento de Sudáfrica.
Eso quiere decir que los vinos de estilo Shiraz son la excepción y no la regla aquí. De hecho, Sudáfrica ha producido algunos Syrah muy buenos y aunque a veces su disponibilidad se limita, sin duda son una gran invitación para una mayor exploración de sus caldos, créame no es un tema menor.
Pero…¿qué es lo que hace tan particular a esta cepa? La respuesta es la suavidad en los taninos, aunque por lo general los vinos a base de Shiraz son maduros y suaves, en los caldos jóvenes encontramos taninos aterciopelados, nada abrasivos, vinos con cuerpo regulado, completamente equilibrado con los ricos sabores de cereza, moras negras, ciruelas, pimiento, clavo de olor, regaliz, chocolate negro y notas ahumadas.
Algunos vinos podrán mostrar algo de acidez pero también mucho vigor, y eso sí un gran color en vista, hablo de vinos nuevos con tonos púrpuras intensos u matices oscuros al estilo del rojo grosella o morado intenso.
Si descorcha un Syrah encontrará en nariz aromas primarios el cuero, la trufa, frutas negras maduras y en la gama floral a las violetas. Los Syrah jóvenes tienen aromas muy agradables como cassis, coco, higos, frutos secos, grafito, vainilla, mermelada de ciruelas, grosella negra y zarzamora. Los Syrah con crianza en roble desarrollan ligeros toques ahumados, coco, higos secos, aceituna negra, trufa, clavo de olor y especias.
Esta complejidad en nariz la hace una cepa rica y agradable al paladar, ya que en boca se muestra untuosa, suave, y con taninos bajos en astringencia por su crianza en barrica, ese paso por madera mejora las cualidades de este cepaje.
Aunque se pueden beber jóvenes, la gran particularidad de la Syrah es la crianza en barrica de roble. Su proceso de envejecimiento es muy rápido pero con gran calidad y resistencia a la oxidación, esto la hace ofrecer un maridaje ideal para carnes a las brasas o verduras, carnes rojas con mucho sabor, estofado de carne, quesos de cabra, cerdo o comidas ricamente condimentadas, y por qué no? para los amantes de la pizza con carne.
Cuando se trata de vino hay muchas opciones y gran cantidad de información, como quiera que desee llamarle Shiraz, Syrah, Sirah, Syra, Sirac pruébela y viva la experiencia del vino.
Lorena Carreño es periodista, especialista en comunicación & RP y sommelier profesional. Puede contactarla en lorecarreno@gmail.com o seguirla en Twitter en @LoreCarreno