Por Lorena Carreño*
Aunque en España tiene varios nombres, es mundialmente conocida como Tempranillo, una cepa que probablemente tiene su origen en la Rioja y que se llama así porque es la primera en ser cosechada, por la maduración precoz de las bayas que frente a otras variedades maduran mucho más tarde. En años recientes se ha convertido en el estandarte español de los vinos en lo que a uvas tintas se refiere, y realmente es una embajadora de ese país ya que su cultivo es prácticamente en todas las zonas vinícolas españolas.
En Ribera del Duero se conoce como Tinto Fino o Tinto del País, Tinta de Toro en Zamora, Cencibel en la Mancha y en el sur, en Cataluña, como Ull de Lebre y Vid de Aranda en Burgos. En el alto Douro portugués se cultiva como Tinta Roriz, es la uva destacada del viñedo de la región de oporto y en Francia, algunos la llaman Grenache de Logroño, pero es la misma, la Tempranillo, la base para vinos históricos como el Vega Sicilia y la cepa que ha dado medallas a vinos españoles bajo la DOC (Denominación de Origen Controlada).
Los vinos elaborados con esta uva son de intensidad media o alta en color, un poco ácidos pero con buen cuerpo y con aromas a regaliz. Tienen una excelente aptitud para la crianza y la guarda. Pero claro, de acuerdo al suelo será la distinción de los vinos; por ejemplo, en la Rioja Alta tendrán poco color por la frescura y humedad de la zona mientras que en la Rioja Alavesa los encontraremos con mayor pigmentación y graduación, de ahí que los caldos se mezclen habitualmente.
España está entre los primeros 3 países productores de vino después de Francia e Italia. Hablando de la Tempranillo, Navarra por ejemplo, tiene unas 4,000 hectáreas plantadas de esta cepa noble, un 34% del total de la superficie plantada en territorio español.
La Tempranillo es de esas pocas variedades de uvas en el mundo que ofrecen una madurez temprana y que muchos viticultores anhelan. Bodegas como Marqués de Cáceres, Marqués del Riscal, Marqués de Murrieta o Paternina lo vinifican a la manera riojana con largos reposos en barricas de roble y algunas mezclas con Graciano o Mazuelo obteniendo vinos de color violeta, acidez relativamente baja, fruta intensa y notas de vainilla, café y tostados, con taninos de medios a bajos.
En el caso de Navarra, Toro o Ribera del Duero se mezcla con pequeñas porciones de Cabernet Sauvignon o Merlot adquiriendo rojos violetas, taninos potentes y masticables, notas a chocolate, avellanas y ciruelas pasas. El nuevo mundo con países como Australia, Sudáfrica, Chile o Argentina se unen a esta tendencia, y en estas latitudes bodegas como Pesquera y Julián Chivite se han encargado de elaborar grandes Tempranillos ¿ya los probó? Descúbralo y viva la experiencia del vino.
Lorena Carreño es periodista, especialista en RP y sommelier puede contactarla en lorecarreno@gmail.com twitter @lorecarreno