ALBERTO GIL
Vinos de maceración carbónica y ‘modernos’ (afrutados y con madera nueva o seminueva). Son los tipos de vino de Rioja que más adeptos suman en el primer estudio científico sobre diferentes elaboraciones de vinos de Rioja realizado por la enóloga Izaskun Fernández Núñez bajo la dirección del profesor de la Universidad de La Rioja (UR) y experto en cata sensorial, Antonio Palacios: «La tesis tenía una motivación de rebeldía; el consumo ha bajado muchísimo en España y las bodegas siguen elaborando vinos a su gusto, de la viña a la bodega sin pensar en quien lo compra, y nosotros pretendíamos preguntar primero al consumidor», explica el profesor Palacios.
Aunque extraña todavía en el mundo del vino, la sensometría es una técnica muy habitual en las empresas agroalimentarias: «Cuando se lanzan ‘snacks’, refrescos, lácteos…, las empresas hacen primero este tipo de estudios para saber qué sabores quieren quienes van a comprar los productos y hacia quién focalizar la publicidad. Nosotros nos planteamos llevar esta técnica al mundo del vino, del Rioja en concreto», explica la doctora Izaskun Fernández.
Como suele pasar cuando las cosas se analizan científicamente, los resultados sorprenden: los maceraciones carbónicas –vinos frescos, afrutados, de cosecha…, un método tradicional de Rioja que las bodegas han dejado de elaborar –han sido los apreciados por más consumidores, junto con los categorizados como modernos (vinos afrutados con madera nueva o semi nueva), un estilo que, aunque se está generalizando en los últimos años, tampoco ‘cuadra’ demasiado con la oferta de Rioja o, al menos, con la imagen de Rioja. «También hay buenas noticias, como que el tercer tipo de vino, con un importante porcentaje de aceptación entre los seis grupos de consumidores, es el reserva, el estilo ‘Rioja’ por excelencia y que apenas provoca rechazo en ningún grupo», aclara Izaskun Fernández.
Por debajo, quedan el joven despalillado y el vino ‘tradicional’ (crianza o reserva), con un perfil oxidativo, barrica vieja y carácter fenolado: «Cuidado porque es cierto que provoca un fuerte rechazo en el resto de grupos, pero para sus propios consumidores (casi un 22% de los 210 de la muestra) es el vino que prácticamente quieren en exclusiva», señala la enóloga. «Es decir –continúa– es un vino que, por supuesto hay que seguir elaborando pero las bodegas deberían centrar el ‘tiro’ y focalizar su promoción hacia quién le gusta realmente porque, de hacerlo con otro grupo más joven, pueden provocar incluso rechazo al mundo del vino en general».
La tesis ha conllevado un extraordinario trabajo. En primer lugar, se identificaron cinco tipos de vinos (maceración, despalillado, tradicional, moderno, y reserva) con un grupo de cata profesional que, sobre una base de Rioja y tempranillo, es decir, evitando la vaga clasificación por colores, debía identificar los perfiles que resultaron ser los cinco comentados. La investigación reunió a continuación a 210 personas sin selección previa a los que, sencillamente, se les sirvieron cinco vinos encima de la mesa y no se les complicó la vida: «Fue una cata hedonista, es decir, te gusta o no te gusta, repetirías o no… para nada organoléptica ni descriptiva y luego cruzamos todos los datos con un programa informático».
De ahí, salieron seis grupos de consumidores con sus preferencias y, de nuevo los expertos, definieron sus ‘sencillas’ preferencias en perfiles organolépticos para asociarlos a cada grupo de vinos predefinidos. Por último, se investigaron los niveles culturales, económicos, las preferencias de ocio… de cada grupo para lograr una categorización completa . «Ha habido mucho trabajo y dinero invertido en lograr una investigación científica y la principal conclusión es que el consumidor piensa de forma muy diferente al enólogo, incluso en ocasiones de forma contradictoria», argumenta el profesor Palacios.
Izaskun Fernández insiste en que «muchos vinos que estamos dejando de producir son los más demandados por el público joven, que son los consumidores del futuro». «Nuestro gran ‘enemigo’ –continúa– son la cervera y el agua mineral, que se consumen fuera de las mesas».
En este sentido, la doctora explica que «se está apostando demasiado por el vino como complemento gastronómico, para las cenas y las comidas, lo cual está muy bien, pero ya no se valora el vino como elemento de socialización, por lo que su consumo fuera del entorno gastronómico es más bien limitado».
– Alma de la fiesta: Vinos frescos para gente ‘fresca’
Al primer grupo de consumidores identificado por el estudio (jóvenes) les gusta el vino de maceración carbónica. Es decir, frutales, frescos y suaves al paladar. Para esta consumidor interesan elaboraciones de vinos ligeros, intensos aromáticamente y con mucha fruta. Con etiquetas coloridas y atrevidos en su promoción, siempre unido a eventos festivos y musicales. El lado femenino del producto es un valor al igual que el factor ecológico, con la oportunidad de usar nuevos envases como PET, bag in box y latas. Del grupo de 210 ‘catadores’ acreditado por la tesis de Izaskun Fernández, supone el 12,9% del total.
Culto y solidario: La cultura es su interés y los vinos ‘nuevos clásicos’, su gusto
La tesis define este grupo como consumidores sensibles, empáticos y que muestran un gusto elevado por la cultura, con tendencia progresista. Le gusta el vino tipo reserva en el que confluyen aromas frutales, especiados y balsámicos de madera, con un paso suave en boca. Muestran rechazo por los aromas fenolados. Le encajan vinos serios, y maduros, pero con imagen muy internacional. La comunicación clásica del vino es muy válida y, si va unido a los aspectos saludables, aún mejor. Vinos mono varietales y nuevos clásicos son una apuesta segura para este sector (13,3%).
Acomodado y abrumado (11,4%): Con las ideas claras y vinos frutales
Se definen como románticos y prefieren seguir bebiendo el vino que les gusta antes que probar alguna novedad. Les gusta el vino moderno y el de maceración carbónica, lo que significa vinos frutales, sabrosos que llenen la boca y sedosos al paladar. Rechaza contundentemente vinos con deficiencias organolépticas. Es el grupo menos permeable a los elementos de marketing. Los vinos deben ser lo más perfectos y simples posibles, sin complicaciones tecnológicas ni elemento de ‘poesía’. El concepto inglés KISS (Keep it Simple, Stupid!) es el más apropiado para cautivarles. Vino y naturaleza sin más (11,4%).
Entendido o enófilo (28,6%): Vinos frutales y modernos y muy abiertos
Sorprende el elevado número de ‘enófilos’ de la muestra (casi el 30%), pero no hay que olvidar que la cata no se pedían descripciones ni ‘palabros’ extraños. Simplemente: te gusta o no (es decir, cataron libremente). Se consideran muy sociales y están interesados por el vino y la gastronomía. Les gustan los vinos frutales con y sin madera, como el vino de maceración carbónica, joven y moderno. Es un grupo muy permeable a los nuevos productos. Innovación, nuevos estilos, regiones, tendencias, modas, maridaje de vino y música, pintura, teatro o cine y la degustación, son una buena fórmula de seducción para ellos (28,6%).
Clásico y conservador (21,9%): Tradicionales, incluso con defectos
EL grupo del Rioja más ‘tradicional’. Se consideran románticos y ahorradores. Su gusto por la cultura es elevado, con una tendencia conservadora. Aprecian de forma positiva el carácter fenolado del vino y su vino favorito es el tradicional. Es el perfil de mayor edad. El vino de toda la vida, el retro, el del pasado, el ‘vino vino’. Son los consumidores tipo nostálgico, por lo que las etiquetas clásicas, la prensa de husillo y la mula, son fetiches a plasmar en el producto. Para ellos el vino forma parte del entorno en el mundo de los negocios, por lo que las promociones a través de asociaciones profesionales son interesantes. Las promociones en grandes superficies y la TV sus medios.
Satisfecho y bien cultivado (25,2%): Enganchados al vino ‘moderno’
Les gusta el vino con mucho sabor, que les llene la boca. Valoran positivamente las sensaciones glicéricas, la madera y la fruta, mientras que rechazan los vinos suaves y muy jóvenes. Por definición su vino favorito es el vino moderno. Se trata de un perfil que valora y mucho los aspectos táctiles, que deben ser muy cuidados en la elaboración del vino. Vinos amables, muy redondos, nada agresivos y que sean capaces de transmitir su esencia sin que nadie se los tenga que explicar. Presentaciones con mucha información visual, variedades, añada, curiosidades técnicas… Periódicos y radio como medios más aptos (25,2%)