Por Lorena Carreño
En la mayor parte del mundo vinícola el vino es clasificado ya sea por su procedencia geográfica o por las uvas usadas en su elaboración, pero en Italia es definido simultáneamente por ambos factores. De acuerdo con el Ministerio Italiano de Agricultura y Silvicultura existen más de 350 variedades autóctonas de uvas y a todas les ha otorgado un estado de “autorizadas” así como a las 473 áreas de producción con calidad controlada, cada una con su propio método de producción. No es sorprendente, por lo tanto, que muchos encuentren el sistema italiano de clasificación de vinos confuso y difícil de entender.
En Italia el vino se ha producido con cientos de variedades locales por milenios, significa que los nombres, uvas, métodos de producción, proceso de añejamiento, tiempo de embotellado entre otros, son estrictamente regulados; -la policía italiana ejecutan verificaciones regulares aleatorias y tiene el poder de confiscar bienes y poner sellos en bodegas que no siguen la ley- no por nada es el productor más grande del mundo y dicho sea de paso, el vino representa una porción significativa de su economía.
Las 20 regiones políticas de Italia son también 20 regiones de vino. La uva crece desde los Alpes hasta los límites del mediterráneo, el hecho de que sea una península con una larga costa contribuye a moderar el clima a las regiones costeras de vino con una variedad de condiciones de humedad, calor, brisa y suelo. Los 36 vinos DOCG (Denominazione di Origine Controllata e Garantita) se ubican en 13 regiones diferentes del territorio italiano, pero la mayoría de ellas están en Piamonte y Toscana. Cuando una región política incluye una o más de las regiones mejor conocidas de vino, éstas se indican en la etiqueta.
Las regiones son Valle D’Aosta, Moscato D’Asti, Arenis, Gavi, Barbera, Barbaresco, Barolo
Liguria, Lombardia, Franciacorta, Trentino-Alto, Friuli-Venezia Giulia, Veneto, Soave, Gambellara, Bardolino, Valpolicella, Amarone, Recioto, Emilia-Romagna, Vernaccia, Vermentino, Chianti, Morellino di Scansano, Rosso & Vino Nobile di Montepulciano, Rosso & Brunello di Montalcino, Bolgheri, Sassicaia, Vin Santo, Le Marche, Rosso Piceno, Lacrima di Morro D’Alba, Umbria, Grechetto, Sagrantino, Lazio, Abruzzo, Molise, Campania, Falanghina, Greco di Tufo, Fiano di Avellino, Taurasi, Basilicata, Aglianico del Vulture, Puglia, Primitivo, Negroamaro, Calabria, Savuto, Sicilia y Sardegna.
Si hablamos de las uvas, algunas cepas italianas que pueden darle un punto de entrada al infinito mundo de variedades son entre las blancas, la Trebbiano, que se cosecha en todo el país, con un enfoque especial en los caldos de Abruzzo y de Lazio, incluyendo Frascati. La mayoría son vinos pálidos, fáciles de beber pero con guarda exitosa por más de 15 años. Moscato, que crece principalmente en Piamonte y se usa para el espumoso (frizzante) o para semi-dulce Moscato d’Asti; la Moscato amarillo y rosa, son variedades alemanas que se siembran en Trentino Alto-Adige. La Pinot Grigio ofrece vinos frescos y limpios sabor a durazno y notas minerales. Arneis es una variedad fresca y floral de Piamonte, que ha crecido ahí desde el siglo XV, la Malvasia Bianca es otra que se asoma en todos los rincones de Italia y la Verdicchio crece en las áreas de la región Marche y da vino con gran acidez y un sabor característico de nuez y notas de miel.
Respecto a las tintas puedo mencionarles la Sangiovese, típica de Toscana para vinos llenos de cereza, tierra y cedro. Produce todas las variedades de Chianti, Rosso y Brunello di Montalcino, Rosso di Montepulciano, Montefalco Rosso, y los famosos “Super Toscanos”, donde se mezclan con las variedades de Bordeaux como Cabernet Sauvignon, Merlot y Cabernet Franc. La Nebbiolo la más noble de las variedades italianas, produce los más reconocidos Barolo y Barbaresco que pueden ser vinos de guarda por más de cincuenta años. Un vino reconocido por los amantes del vino y etiquetado por italianos como «Il Re dei vini ed il vino dei Re» -El Rey de los Vinos y el Vino de Reyes-.
Otras variedades son Montepulciano con su sabor a ciruela; Barbera oscuro con rica acidez a cerezas; Corvina, para los famosos vinos del Veneto Valpolicella y Amarone; Nero d’Avola, nativa de Sicilia y la Dolcetto del Piamonte con su sabor a moras negras y hierbas. Están también la Negroamaro con gusto especiado, tostado y lleno de frutas rojas oscuras, y la Malvasia Nera para un vino dulce y perfumado, algunas veces elaborado en el estilo passito entre otras. La única manera de entender mejor la geografía vinícola italiana es viviendo la experiencia del vino.
Lorena Carreño es periodista, especialista en comunicación & RP y sommelier. Puede seguirla en Twitter en @LoreCarreno visite el site www.mezcalcarreno.com